La ambición es el deseo imparable de tener éxito, y es uno de los muchos atributos de un campeón. La búsqueda de la maestría es un viaje sin fin; los que perseveran, graban su nombre en la historia.
«Nunca fui bueno. Me traicionan los nervios. Ya pasó mi plenitud. Me acarrean mis compañeros. Soy tóxico. Juego sin pensar. Solo tuve suerte. Me doy por vencido. Entonces, ¿por qué regresé?
Soy uno de los jugadores profesionales originales. Cuando comencé a jugar no había héroes ni villanos. Con los años he sido ambos. El público me ama o me odia. Creen que me conocen, pero no es así. La derrota más dolorosa de mi carrera fue contra Samsung.
Eso nunca me había pasado. Nunca había sido el catalizador de una derrota. Esa decisión terrible que tomé… Si, pienso en ella, una y otra y otra vez. En lo estúpido que fui y en lo que le costé a mi equipo.
Así que lo anuncie: ‘Oiga, chicos, me tomaré un descanso.’ Así que eso hice. He sido un jugador profesional por seis años y cuando juegas competitivamente en ese nivel por tanto tiempo, básicamente no has tenido vida. Nunca había tenido una relación seria hasta que estuve con Bonnie.
Cuando tienes una relación a larga distancia, debes aprovecharla al máximo. De repente, tenía tiempo; tiempo para Bonnie, tiempo para transmitir, tiempo para vivir una vida normal. Debí haber sido feliz, pero luego vi jugar a TSM. Veía a mi equipo jugar sin mí y me sentía miserable.
No me gustaba realmente transmitir tanto como me gustaría jugar profesionalmente y me siento fuera de lugar cuando no estoy jugando con un equipo con el que tengo una conexión así. Ahí entendí que me encantaba competir.
No quiero una vida normal. Pasé cuatro años sin ganar nada y luego finalmente gané algo, y supe qué se siente ser un campeón. Eso es lo que quiero. Pero quiero más. No quiero ganar sólo el NALCS, quiero ganar el Worlds y espero que el público me recuerde como uno de los primeros campeones mundiales de Norteamérica.
Entonces, ¿por qué regresé? Regresé para ganar.»